lunes, 6 de abril de 2009

re-cuentos!


Diario pasaba enfrente de mi, tenía sus horarios casi fijos: de lunes a viernes en las mañanas a las 6:30, bueno, cuando se le hacía tarde ya casi 6:45, es que entraba a trabajar a las 7:00 a unas cuantas cuadras del parque, de la banca donde yo sentado estaba.

No me movía por que tal vez algún día en su ida o regreso, paseo o ida a la tienda me saludaría, tenía miedo de despegarme de esa banca, creo que mi madre sigue esperandome en casa, le dije que iba al parque, en realidad no mentí, ahí estaba, un poco más viejo tal vez y con largas greñas que ya ni siquiera parecía pelo.

Mi ropa, mi ropa era como de verano, pero ahora ya era invierno y me moría de frío, pero prefiría morirme a perder esa oportunidad.

Bueno, pasaré a su descripción, aunqeu no se por donde empezar, en general toda ella es bella, empezaré por su cara: tiene unos ojos verdes maravillosos, parece que ven hacia un punto específico, siempre, todo el tiempo; sus labios delgados, pero los considero sensuales; siempre va tan bien arreglada y aunque a veces regresa un poco despeinada, no hace que se vea mal, incluso me atrevo a decir que se ve aún mejor, creo que estoy cegado, me da miedo pensar que ella no sea bella.

¡Ahí viene!, ¡no puede ser!, trae un ramo de flores y no sólo eso, una caja de chocolates me parece son de esos que a todos les gustan como envueltos en oro. No lo puedo creer viene de la mano con un señor apuesto y agradable, limpio y cabellos cortos, todo lo contrario a mi, pero vienen hacia mi, primera vez que la veo acercarse, colocó $5 en mi pequeño pedazo de trapo que coloco diario en el suelo frente a mi en busca de un sustento, esos $5 me sirvieron para comprar esta pluma y un pedazo de papel, cualdo vuelva a pasar le daré esta carta y regresaré a mi casa, donde mi mamá aún me espera.

_ _ _ _ _ _ _ . . . _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ . . . _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
Microrelato 1

Como acababa de llover, el agua goteaba aún por los cristales. Y el seguir las líneas con el dedo fue la diversión mayor que desde su matrimonio hubiera tenido la recién casada.


Volteó a ver la cama de cobijas revueltas y logró distinguir los pétalos rojos en el colchón y almohadas; reconoció el olor a su propio perfume y aún presente el de su esposo.

Imaginó que las lágrimas de sus ojos eran las gotas de lluvia que corrían por las ventanas, no podía secarlas, se divertía también al pensar en que algún día podría eliminar todas esas corrientes de agua.

Se levantó del sillón junto a la ventana, guardó la pistola, cobijó el cuerpo de su esposo y recordó que había dejado el agua para el té de azares en la estufa.

_ _ _ _ _ _ _ _ . . . _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ . . . _ _ _ _ _ _ _

MICRORELATO 2
Como Helena no estaba dispuesta a concederlo, él, después de observarla finalmente, fue a buscar su sombrero. Ella, por todo comentario, se encogió de hombros.

Él preguntó nuevamente y la respuesta fue la misma: sus hombros subieron al nivel de sus mejillas y su cara no expresaba más que indiferencia.

El hombre se colocó su sombrero, abrió la puerta y se retiró sin decir una palabra más, al cerrar ese gran portón, Helena soltó una gran carcajada.

El mayordomo confundido le preguntó por la razón de su risa tan estruendosa, Helena sólo contestó: “Mañana que te despida, lo sabrás”.

No hay comentarios.: