jueves, 24 de mayo de 2012

Soy de esas...

Si, yo soy de esas que les dicen mi alma y ya quieren casa aparte.
Lo peor es que con menos de un mi alma me conformo, mírame, si quieres no me sonrías y ya caí.

El primer día que te vi, me fascinaste. Tus ademanes, tus ticks, tus palabras más usadas. Todo me encantó.
No te conocía en lo absoluto, por eso mi corazón no te quiso pensar más.
Con el paso de los días, te veía y no me gustaba que me ignoraras, quería saber qué era lo que se sentía platicar contigo más allá de un speech de 3 horas de un sólo canal. Quería reírme de las bromas que le hacías a los demás y ser partícipe.

Pensé que no me veías.

Un día, como si nada, te acercaste y me preguntaste algo. -¿Ya te dijeron?- el mundo se me iluminó y me imaginé mil cosas a las que podrías referirte, ya te dijeron que me gustas?, ya te dijeron que quiero invitarte un café, ya te dijeron que quiero tomarme unas chelas contigo?, ya te dijeron que eres por quien suspiro en las mañanas y en las noches, ya te dijeron que eres mi pasión?... y la lista continua... tuve que detener la imaginación y contestarte. No, ¿qué?.
Te limitaste a sonreír impecablemente y soltar esa risa cualquiera e irte.

Me dijeron, ya al fin me dijeron. Y no fue ninguna de las cosas que pensé, pero al menos eso implicaba estar más cerca de ti.

Siempre pensé que no me veías, que me conocías por compromiso y que mi vida era un evento insignificante para ti. Hasta que un día decidí que no tenía por qué seguir así. Dije me voy, no quiero saber más de ti, te pienso demasiado para no ser correspondida. -ADIÓS-

Misteriosamente detuviste mis maletas frente a mi e hiciste lo imposible porque mi partida se prolongara. No dijiste mucho, tu sonrisa habló por si sola y me hiciste pensar en el viaje que quería emprender y decidí que no era el momento.

Desempaqué, volví a colgar la ropa en el perchero, los zapatos en el piso y la toalla en el baño. El cepillo de dientes fue el último en regresar a su lugar de origen.

Hasta ese momento, tu sonrisa era sólo un par de labios que mostraban unos cuantos dientes. Tu relación con ella era una sospecha. Y tu amistad una incógnita.

Un día, sin motivo aparente, simplemente me abrazaste, pediste mi opinión y no sabía qué responder. Mi cuerpo sólo podía pensar en tu mano rodeando mi espalda y tocando mi hombro izquierdo, por más que el cerebro buscaba la respuesta entre los archiveros, mi corazón ya iba a mil por hora y el cerebro no lo podía controlar. Gracias a Dios, alguien más contestó por mi. Y lo dejamos de lado.

Ayer, lo dudé y me negué a aceptarlo. Hoy caí en cuenta que al corazón no se le puede mandar, quise amar a alguien más por desesperada y necesitada de amor, hoy me doy cuenta que el amor inventado no existe, no es amor.

Supe que me había enamorado de ti en el momento en que quise buscar tus fotos, cuando pregunté por tu situación sentimental y busqué pretextos tontos para platicar contigo. Supe que mi corazón ya había decidido quién lo iba a maltratar ahora cuando empecé a pensar en un futuro contigo, cuando nos imaginé tomados de las manos, comiendo y después caminando. Entendí que era amor cuando vi un coche que no era el tuyo pero me imaginé que eras tú. No pude negarlo cuando cada vez que pasas cerca volteo de reojo nada más para saber que si eres tú.

Busqué tanto el amor, que ahora que lo tengo comienza a doler, pero doler sabroso. Porque el amor fingido no producía tanto misterio, tantas ganas de saber si es que tu sientes lo mismo. El amor fingido sólo era amistad y esto que siento es como que ya quiero casa aparte.

No me has dicho "mi vida" pero yo ya quiero mi casa aparte, porque yo soy de esas.

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