"¡Ah! conque sí hay alguien en la vida de Meduza que marca autoridad sobre ella."
Desde que me dijeron esa frase no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza. Y es que desde entonces me he dado cuenta que tengo serios problemas con la autoridad.
En pocas y resumidas palabras, odio sentir que estoy cumpliendo con lo que alguien me está obligando a hacer. Y cuando digo odio, me refiero a que me dan ganas de tomar a esa persona por el cuello y estrellarlo contra el escritorio, después patearlo y escupirle en la cara.
¿Por qué? Es la pregunta que me lleva a pensar en mi infancia y buscar a las figuras de autoridad... y es que ya pensándolo, siempre me salí con la mía. Lloraba un poco, hacía berrinche, gritaba, azotaba puertas y todo por un poco de atención y además para que la otra persona fuera a disculparse por no haberme tratado como reinita.
Ahora que me enfrento al mundo real, donde no todos van a escuchar mis berrinchitos, donde llorar y patalear no es suficiente para progresar, donde tengo que hacer las cosas y no esperar a que alguien las haga por mi... es entonces donde ya no puedo continuar.
Es entonces donde no sé por donde darle, donde me pierdo y no sé cómo continuar.
Cuando llega la autoridad a la que no le puedo hacer berrinchitos o cuando se presenta la situación en un lugar donde no me conviene patalear, me vuelvo impotente.
Los súper poderes desaparecen y soy completamente mortal.
Si no hago lo que en un inicio me propuse, la cabeza me da vueltas y el coraje corre por los ojos, las venas y hasta por la voz.
Respiro miles de veces antes de decir una palabra, pero no es suficiente. Las facciones tensas y malhumoradas ya se hicieron presentes y entonces viene la pregunta ¿Qué tienes? ¿Por qué estás así? ¿Estás preocupada? ¿Por qué la cara?
Preguntas que no dejan un espacio a la respuesta y que se vuelven como un taladro en la cabeza.
¡¡CÁLLATE!!.
Si lo que quieres es ayudar, lo único que necesito es que me dejes respirar y aceptar que una vez más se presenta frente a mi en el ring, mano a mano, el poder de la autoridad anticaprichos.
Y lo peor, es que aunque conozco el mal, aún no encontramos la cura.
Poco a poco los respiros valen para pura madre, las canciones relajantes ya no lo son, ya no hay pensamientos positivos, no hay la visualización de un futuro próximo diferente y el corazón sólo alberga odio.
Si usted tiene la cura, no dude en contactarme.
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